Y haberlos los hay, en Berlín hay coches pero no molestan al peatón, de hecho crucé infinidad de veces las calles del centro, mirando a derecha e izquierda, sin utilizar los pasos de semáforo en verde porque no me hacían falta.
Resulta increíble pasear por las anchas calles o avenidas de esa ciudad y no sentirse agobiado por cientos o miles de coches que van y vienen como en cualquier otra ciudad del mundo.
Casi todos los viandantes hacen lo mismo, turistas supongo, y cruzan una y otra vez calles o avenidas sin molestarse en buscar un paso de peatones.
Conductores berlineses amables que deben de estar acostumbrados pues sin enfado permiten que esto suceda, no hay atascos y el tiempo que pierden cediendo el paso a paseantes lo van a recuperar enseguida, pienso yo.
Berlín es una ciudad sumamente confortable para el peatón o para los ciclistas, extensas zonas sin tráfico donde no se ven o escuchan los coches.
Hay miles de bicicletas que circulan por las orillas de los rios, los canales y por las vías habilitadas para ellas.
Descanso para el paseante, horas de relax auditivo sin soportar olores ni humos.
Resulta una ciudad facil y amable para sus habitantes o turistas.
Estuve toda una mañana en el centro sin sentir el incordio de los automóviles, ni tan siquiera verlos, y al cruzar ves muy a lo lejos coches parados esperando su turno, allá en la distancia, con lo que mirando y con cierta precaución puedes cruzar una y otra vez sin agobio ni sensación de estar cometiendo una acción imprudente o muy ciertamente incorrecta.
Lo estás haciendo que duda cabe, pero esperar o andar cientos de metros para buscar un paso con semáforo en realidad no tiene sentido.
Nadie lo hace a tu alrededor y te sentirías estúpido perdiendo el tiempo de esa forma cuando estás unos pocos días en la ciudad.
A veces tienes la sensación de estar en una ciudad sin coches, sin tráfico asfixiante como el de Madrid, París o cualquier otra gran urbe del globo.
Me gustó en gran medida esta sensación, estar en la ciudad y sentirme libre de pasear sin coches, sin humos, sin ruido, viendo los barcos de turistas remontar los rios y cruzarse silenciosamente por los canales.
Marea pensar los ingresos de esta ciudad por los recorridos en barco de las decenas de miles de turistas que visitan a diario esta insólita, desconocida hasta ayer, capital de Alemania.
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